domingo, 9 de octubre de 2016

 Imitando a Nivali o Quintana por 18 kilómetros


Los ciclistas de ruta de la ciudad de Cali, toman el  oeste de la  ciudad para dirigirse al  Kilómetro 18 de la  vía que  conduce al puerto marítimo de  Buenaventura. Ese  mismo  recorrido lo  hicieron el penta campeón del tour de  Francia Bernard Hinault y Luis  Herrera, con triunfo del colombiano sobre el  francés en la clásica de una importante emisora colombiana en 1986.
El pasado domingo 21 de agosto decidí hacer ese recorrido por cuarta  oportunidad. Me animé luego de  trotar  9  kilómetros a Dapa para entrevistar a los ciclistas Ramiro Blandón y Andrea Pajoy que  subieron a este corregimiento ubicado en  el  occidente del municipio de  Yumbo.
Para  hacerlo  debía contar con una buena alimentación.  Ese día  me  comí una arepa y tomé un pocillo de agua de panela caliente una  hora antes de salir a  montar  bicicleta.  Compré un banano,  hice jugo de tomate de árbol y  me llevé un termo con agua.
Salí a las 7:34 a.m. de mi casa  ubicada en el barrio La Riviera; tomé la Avenida  Octava para aprovechar un repecho ubicado al frente de un importante  hotel del sector; pasé por la emisora Caracol de Cali y me encontré con otro repecho antes de  pasar por el  ingreso al sector de Normandía. Hasta ahí  llevaba  media  hora de recorrido que  no hacía parte de lo que debía afrontar aun.
Llegué a las ocho de la mañana a la Portada al Mar, en el Barrio Terrón Colorado,  ubicado al Occidente de la ciudad. Aquí  los  escaladores, termino  en ciclismo para  mencionar a  los  pedalistas que  tienen aptitudes para  manejar la  bicicleta en terreno montañoso iniciamos el recorrido pendiente.
Inicie el trayecto pedaleando sentado,  pues no acostumbro a  hacerlo parado cuando afronto  un ascenso;  en ese  mismo  instante  ponía atención a los  buses y carros que  pasaban por esa zona  para evitar algún accidente;  y no podía perder la  oportunidad de  divisar Los Farallones de Cali a mi lado izquierdo.
En el  kilómetro diez  tenía a  mi lado derecho un  inmenso cañón que se  interponía entre la via que  recorría  y una  muralla  montañosa que hace parte de la Cordillera Occidental. A mi espalda se  veía  la  ciudad reducida a un puñado de casas ubicado en un inmenso valle.
Legó el momento  de  beber  jugo de tomate de árbol para no fundirme haciendo este recorrido pues  tenía  ya  minutos de estar pedaleando y  sentía  mi cuerpo sudar. Me  estaba  hidratando  y dirigiendo mi mirada a una  línea diagonal que era  la  ruta a continuar: era la carretera al kilómetro 18 dibujada en las  montañas.
Llegue a la  Vuelta del Cerezo en donde se debe conducir con cuidado debido a que se pasa al lado de esa enorme roca que  obliga a los ciclistas  a   bordearlo con cuidado por  impedir  ver los  vehículos  que  vienen en sentido contrario.

La carretera deja de acompañar ese cañón que se apoyaba a su diestra y gira al lado izquierdo   en  donde los  viajeros  encontramos   El Corregimiento de El Saladito tradicional  por su caserío y las carpas en donde hombres   y mujeres  venden  leche de chivo y otros manjares.
En ese  momento   mi  cuerpo  empieza a agotarse y  considero la posibilidad de   hacer una pausa; decido  hidratarme  más para demorar lo que  en ciclismo se define  como la Pájara: termino  para   referirse a los pedalistas que desfallecen.  Me reconfortó  una  voz de ánimo que salió de un carro  rojo que pasó a mi lado y un pedalista superé en el  trayecto.
Mi mente tomó con calma  el cansancio físico; eso  me   disfrutar  el clima,  el paisaje y la calma  que se siente en medio de árboles y los fragmentos de la ciudad que deja  ver este escenario montañoso.
 No gane una  etapa en Europa o Colombia pero  si  sentí lo duro que es  el ciclismo y lo estimulante  de llegar a la meta.





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