Imitando a Nivali o Quintana por 18 kilómetros
Los ciclistas de ruta de la
ciudad de Cali, toman el oeste de
la ciudad para dirigirse al Kilómetro 18 de la vía que
conduce al puerto marítimo de
Buenaventura. Ese mismo recorrido lo
hicieron el penta campeón del tour de
Francia Bernard Hinault y Luis Herrera,
con triunfo del colombiano sobre el
francés en la clásica de una importante emisora colombiana en 1986.
El pasado domingo 21 de agosto
decidí hacer ese recorrido por cuarta
oportunidad. Me animé luego de
trotar 9 kilómetros a Dapa para entrevistar a los
ciclistas Ramiro Blandón y Andrea Pajoy que
subieron a este corregimiento ubicado en
el occidente del municipio
de Yumbo.
Para hacerlo
debía contar con una buena alimentación. Ese día
me comí una arepa y tomé un
pocillo de agua de panela caliente una
hora antes de salir a montar bicicleta.
Compré un banano, hice jugo de
tomate de árbol y me llevé un termo con
agua.
Salí a las 7:34 a.m. de mi
casa ubicada en el barrio La Riviera;
tomé la Avenida Octava para aprovechar
un repecho ubicado al frente de un importante
hotel del sector; pasé por la emisora Caracol de Cali y me encontré con
otro repecho antes de pasar por el ingreso al sector de Normandía. Hasta
ahí llevaba media
hora de recorrido que no hacía
parte de lo que debía afrontar aun.
Llegué a las ocho de la mañana a
la Portada al Mar, en el Barrio Terrón Colorado, ubicado al Occidente de la ciudad. Aquí los
escaladores, termino en ciclismo
para mencionar a los
pedalistas que tienen aptitudes
para manejar la bicicleta en terreno montañoso iniciamos el
recorrido pendiente.
Inicie el trayecto pedaleando
sentado, pues no acostumbro a hacerlo parado cuando afronto un ascenso; en ese
mismo instante ponía atención a los buses y carros que pasaban por esa zona para evitar algún accidente; y no podía perder la oportunidad de divisar Los Farallones de Cali a mi lado
izquierdo.
En el kilómetro diez tenía a
mi lado derecho un inmenso cañón que
se interponía entre la via que recorría
y una muralla montañosa que hace parte de la Cordillera
Occidental. A mi espalda se veía la
ciudad reducida a un puñado de casas ubicado en un inmenso valle.
Legó el momento de
beber jugo de tomate de árbol para
no fundirme haciendo este recorrido pues
tenía ya minutos de estar pedaleando y sentía
mi cuerpo sudar. Me estaba hidratando
y dirigiendo mi mirada a una
línea diagonal que era la ruta a continuar: era la carretera al
kilómetro 18 dibujada en las montañas.
Llegue a la Vuelta del Cerezo en donde se debe conducir
con cuidado debido a que se pasa al lado de esa enorme roca que obliga a los ciclistas a
bordearlo con cuidado por
impedir ver los vehículos
que vienen en sentido contrario.
La carretera deja de acompañar
ese cañón que se apoyaba a su diestra y gira al lado izquierdo en
donde los viajeros encontramos
El Corregimiento de El Saladito tradicional por su caserío y las carpas en donde
hombres y mujeres venden
leche de chivo y otros manjares.
En ese momento
mi cuerpo empieza a agotarse y considero la posibilidad de hacer una pausa; decido hidratarme
más para demorar lo que en
ciclismo se define como la Pájara:
termino para referirse a los pedalistas que desfallecen. Me reconfortó
una voz de ánimo que salió de un
carro rojo que pasó a mi lado y un
pedalista superé en el trayecto.
Mi mente tomó con calma el cansancio físico; eso me
disfrutar el clima, el paisaje y la calma que se siente en medio de árboles y los
fragmentos de la ciudad que deja ver
este escenario montañoso.
No gane una
etapa en Europa o Colombia pero
si sentí lo duro que es el ciclismo y lo estimulante de llegar a la meta.