El abanico Eterno dolor de cabeza para los
ciclistas colombianos
Las personas que
siguieron por televisión colombiana
la trasmisión de las tres
grandes carreras de ciclismo
tuvieron la oportunidad de oír en
las narraciones de Rubén Darío
Arcila el término ciclístico ‘abanico’.
Se habla de este concepto, en las etapas llanas y con
poca vegetación donde el viento
sopla de costado dificultando el avance
de los ciclistas y que el lote, esa serpiente multicolor, se rompa en mil partes.
El abanico se planea tras conocerse el recorrido y el estado del tiempo que pueda producir los vientos de costado que obligan al corredor a pedalear con un grado
de dificultad similar al que se
experimenta en la montaña.
Los pedalistas
afrontan este problema buscando ubicarse al inicio del pelotón y reagrupándose con sus compañeros de equipo.
Un equipo puede
iniciarlo a un lado de la vía con un pedalista como Peter Sagan que impone un ritmo
y una velocidad necesarios para
afrontar etapas planas y con este tipo
de retos.
Al velocista lo siguen sus
compañeros de equipo que se van
pegando a la rueda, en forma
diagonal, para protegerse del
viento y de un corte que aleje a uno de los ciclistas de ese lotecillo.
Este tipo de lotes se
debe "cerrar" con otro corredor, que se ubica al otro lado de la carretera impidiendo la conexión de ciclistas
rivales con el fin de que se
descuelguen del grupo y se les pueda
tomar minutos valiosos en la
clasificación general al final de la competencia.
Mientras los
espectadores ven en las trasmisiones de
televisión como los ciclistas van formando trenzas humanas
de una belleza visual, quienes no se encuentran en el grupo
puntero muestran ante las cámaras
rostros bañados en sudor mientras mueven sus bicicletas con un esfuerzo similar al de un
pedalista ascendiendo en una montaña para alcanzar al paquete principal para mantenerse en pie de lucha de la carrera.
Los abanicos son un arma
letal que aplicaban los ciclistas europeos contra los pedalistas colombianos ya que hombres como Lucho Herrera no contaban con el físico
ni la experiencia para afrontarlos bien.
Victor Hugo Peña, ex
compañero de Larm Amstrong, señala que los corredores de nuestro país
son vulnerables a los vientos que
ocasionan los abanicos ya el
peso promedio de un ciclista nacional es de
51 kilos que es vital en la montaña pero insuficiente para esas ráfagas de aire.
Las consecuencias en
una carrera ya las sabemos pues
en el Tour de Francia 2015 Nairo
Quintana relegó parte de sus
aspiraciones a ganar el giro galo cuando
se vio afectado por estos abanicos
que tomaron mejor ubicado a
su eterno rival.
Los ciclistas colombianos son buenos en
la montaña y
esa fue la carta de
presentación en el Tour de Francia de 1986 donde
se hizo una mala
carrera por depender sólo de
esa fortaleza.
En ese entonces
el pedalista Martín Ramírez declaraba para el periódico El País de Cali, el 26 de
julio de ese año, que un
ciclista como Luís Herrera debía tener un contacto más
cercano con pedalistas europeos para familiarizase con la
forma en que éstos asumen
retos como los abanicos en las principales
carreras en bicicleta.
Las actuaciones de nuestros corredores señalan que se afrontan bien los
pavees, las etapas a cronómetro y los embalajes pues nos
han permitido ganar etapas o no perder tiempo con
ciclistas españoles, italianos y
británicos.
Pero Nairo Quintana
puede afrontar satisfactoriamente
los abanicos en futuras
carreras si aplica
la sorpresa, agilidad y una
alianza como la aplicada en la
etapa entre Sabiñágino y la
estación invernal de Formigal que le
permitió llegar a Madrid con un
minuto y 23 segundos de diferencia ante el jefe del SKY.
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