sábado, 17 de septiembre de 2016

                                                                                        El abanico                                                                  Eterno dolor de cabeza para los  ciclistas  colombianos

Las personas que  siguieron por  televisión  colombiana  la  trasmisión de las  tres  grandes  carreras de ciclismo tuvieron la  oportunidad  de oír en  las  narraciones de Rubén Darío Arcila el término ciclístico  ‘abanico’.
Se habla de este concepto, en las etapas  llanas y con  poca  vegetación donde el viento sopla de   costado dificultando  el avance  de los  ciclistas y que  el lote, esa serpiente multicolor, se  rompa en mil partes.
El abanico  se  planea tras conocerse el recorrido y   el estado del tiempo que  pueda producir los  vientos de costado que  obligan al corredor a pedalear con un grado de dificultad similar al  que se experimenta en la montaña. 
Los  pedalistas afrontan este problema buscando ubicarse al inicio del pelotón y  reagrupándose con sus  compañeros de equipo.
Un equipo   puede iniciarlo a un lado de la vía  con  un pedalista como Peter Sagan que impone  un ritmo   y una  velocidad necesarios para afrontar etapas planas y con este  tipo de retos.
Al velocista lo siguen sus  compañeros de equipo que  se van pegando a la  rueda, en  forma  diagonal, para protegerse del  viento y de un corte que aleje a uno de los  ciclistas de ese  lotecillo.      
Este tipo de  lotes se debe "cerrar" con otro corredor,  que se ubica al  otro lado de la carretera   impidiendo la conexión de  ciclistas  rivales con el  fin de que se descuelguen del grupo  y se  les pueda  tomar  minutos valiosos en la clasificación general al final de la competencia.
Mientras  los espectadores ven  en las trasmisiones de televisión como los ciclistas van formando trenzas  humanas  de una belleza  visual,  quienes no se encuentran en  el grupo  puntero muestran  ante las cámaras rostros  bañados  en sudor mientras mueven sus  bicicletas con un esfuerzo similar al de  un   pedalista  ascendiendo en una  montaña para alcanzar al paquete  principal para mantenerse  en pie de lucha  de la carrera.
Los abanicos son un arma  letal que  aplicaban  los ciclistas   europeos contra los  pedalistas colombianos  ya que hombres  como Lucho Herrera no contaban con el físico ni la experiencia para afrontarlos bien.

Victor Hugo Peña, ex  compañero de Larm Amstrong, señala que los corredores de nuestro país son   vulnerables a los  vientos que  ocasionan  los abanicos  ya el  peso  promedio de un ciclista nacional  es de  51 kilos  que es  vital en la montaña  pero insuficiente para esas ráfagas de aire.
Las consecuencias en  una carrera ya  las sabemos pues en  el Tour de Francia  2015 Nairo  Quintana relegó  parte de sus aspiraciones  a ganar el giro galo cuando se  vio afectado por estos  abanicos  que tomaron mejor  ubicado a su  eterno rival.
Los  ciclistas  colombianos son  buenos en  la  montaña  y  esa  fue   la carta de  presentación  en el   Tour de Francia de   1986 donde  se hizo  una  mala  carrera  por depender  sólo de  esa fortaleza.
En ese  entonces el  pedalista Martín Ramírez declaraba  para el periódico El País de Cali, el  26 de  julio de ese año,  que  un   ciclista como   Luís Herrera debía tener un contacto más cercano con pedalistas  europeos  para familiarizase  con la  forma en que  éstos asumen retos  como los abanicos en las  principales  carreras en bicicleta.
Las actuaciones de nuestros corredores señalan que  se afrontan bien  los  pavees, las etapas a cronómetro y los embalajes  pues nos  han  permitido  ganar etapas o no perder  tiempo con  ciclistas  españoles,  italianos y  británicos.
Pero Nairo Quintana  puede afrontar satisfactoriamente  los  abanicos en futuras carreras   si  aplica  la sorpresa, agilidad  y una alianza como la  aplicada  en la  etapa  entre Sabiñágino y la estación invernal de Formigal que le  permitió llegar a Madrid con un  minuto  y 23 segundos de  diferencia ante el  jefe del SKY.

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